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Rocco, trabajador de Madygraf detenido en la protesta contra la Ley Bases: «Los terroristas son ellos»

Martín Di Rocco trabaja hace 20 años en la imprenta recuperada por los trabajadores. Fue golpeado, obligado a dormir a la intemperie y estuvo más de 15 horas sin comer.

(ANSOL).- Entre los más de treinta detenidos en las inmediaciones del Congreso durante la movilización del 12 de junio contra la aprobación de la Ley Bases, se encontraba Martín Di Rocco, trabajador de la empresa recuperada Madygraf.

Rocco, como le dicen casi todos, trabaja en el armado de bolsas de papel. Varios días después de su liberación, sigue con una tos preocupante, tiene fiebre y dolores corporales, producto del frío que sufrió en los pisos de mierda en los que fue obligado a dormir a la intemperie. O quizás ese estado sea por las quince horas que lo tuvieron sin comer. O por la angustia de permanecer incomunicado o por las rodillas que le clavaron en la espalda para sujetarlo cuando lo detuvieron, sin que él opusiera resistencia.

—Nos estábamos yendo, estábamos cansados porque habíamos estado a la mañana en la fábrica y habíamos llegado a la Plaza al mediodía —rememora Rocco -. Empezamos a escuchar los tiros cada vez más cerca, vimos que la gente corría, nos levantamos y nos fuimos. Crucé la calle, subo a la vereda y en la esquina aparecen como siete motos, un montón, se bajan a los tiros diciendo quédense quietos, no corran. Nos quedamos quietos, apuntaban con la escopeta. La gente se asustaba. Me agarran, me tiran al piso y yo les decía «ya está, ya está, no me muevo». Hacían chistes entre ellos, me jodían. «¿Qué hiciste? ¿Hiciste algo, que te movés para todos lados?». Yo les decía que no –dice.

La primera vez que estuve en Madygraf fue en los años noventa, como parte del sindicato de prensa, cuando en esa enorme imprenta era de Editorial Atlántida. Muchos años después, cuando ya había sido recuperada por sus trabajadores, me tocó escribir sobre las decisiones que tomaba la asamblea para enfrentar distintos escenarios: en una ocasión, lanzaron la producción de bolsas de papel como estrategia alternativa al declinante mercado editorial y, ya en la pandemia, cuando se pusieron a fabricar barbijos y sanitizantes que distribuían a precios solidarios. A esa enorme planta ubicada a un costado de la Panamericana -que Atlántida le vendió a la multinacional Donnelley-, volvió Rocco al otro día de quedar en libertad, pese a su delicado estado de salud, para contarle a sus compañeros cómo fue esa horrible experiencia y para estimularlos en la necesidad de reclamar por la liberación de quienes quedaron encarcelados.

—En parte tuve fortaleza para aguantar porque sabía que atrás mío estaban ustedes –les dijo-porque entre el grupo que estábamos detenidos había gente que nunca había ido a una movilización, y los que teníamos más experiencia tratábamos de sostenerlos. Pero cuando pasaban las horas nos decíamos «che, esto no es común, está pasando algo».

Lo que siguió a la detención, se sabe ya, fue un calvario. Los pasearon toda la noche en vehículos de la policía. Al abogado lo pudieron ver recién después de 12 horas. Los cuatro días en que estuvieron detenidos en calabozos inmundos dejaron huella, tanto de él como en sus compañeros. «Nos volvimos a ver en Comodoro Py y estábamos todos con este estado gripal tremendo», dice Rocco, entre toses.

—Nunca imaginé que nos iban a hacer esto. La experiencia que recordaba era el Cuadernazo, en el que un compañero también quedó detenido pero esa misma noche lo sacamos. Yo me imaginé lo mismo: un par de horas en la comisaria. Pero están relocos, estos tipos. En 2017, en pleno gobierno de Mauricio Macri, me tocó cubrir, también como periodista, una protesta de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en Plaza de Mayo, que llamaron «el Verdurazo». Fue el primero de una serie de actos en los que se vendía a precio de quinta o se regalaba el alimento. En esa ocasión se denunciaba que el Gobierno había paralizado el monotributo social agropecuario, que no ejecutaba el presupuesto asignado a la Ley de Agricultura familiar y que les había retirado la asistencia a los productores bolivianos. Un programa que suena escandalosamente vigente en 2024. En cada ciclo neoliberal las luchas se repiten con mayor profundidad. Quizás por eso, o porque en aquel momento la ministra de Seguridad también era Patricia Bullrich, el Verdurazo fue duramente reprimido por la policía. Tomando ese modelo de protesta, los trabajadores de Madygraf organizaron, también durante la gestión Macri, el Cuadernazo. Era 2019, ya hacía cinco años que Donnelley había intentado un vaciamiento y los compañeros la habían recuperado a fuerza de presentaciones judiciales y piquetes en la Panamericana.

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Cuadernos, bolsas y solidaridad en Madygraf

La industria editorial viene en franco declive desde la digitalización de los textos y los consecuentes cambios en los hábitos de los lectores. Eso afecta al trabajo periodístico y al gráfico: entre el universo de empresas recuperadas, hay varios diarios, portales y revistas recuperadas y unas 30 imprentas que, ya en manos de sus trabajadores, debieron repensar el negocio. 

«Ya desde que entramos a hacer cooperativa con gestión obrera, vimos el problema –cuenta Eduardo ‘Chavo’ Ayala, uno de los referentes de Madygraf-. De hecho, fue una de las razones por las cuales la patronal se fue: el problema de la caída del mercado gráfico».

Como parte del cambio de escenario, las editoriales hacen tiradas más cortas, lo que deja obsoletas las máquinas de Madygraf, pensadas para la producción masiva. Los grandes volúmenes están hoy más vinculados a la producción estatal:

—Veníamos haciendo manuales para el Estado nacional y Milei suspendió toda la producción de manuales. —explica Ayala-. Eso hizo que se nos caiga una parte importante del trabajo. Entonces decidimos ir a la producción de bolsas de papel teniendo en cuenta también que, por un lado, las máquinas son muy similares a las que nosotros usamos para impresión, y por el otro, porque nos interesaba mostrar que podemos producir de forma amigable con el medio ambiente. Hicimos la reconversión energética, optimizamos todos los servicios auxiliares de maquinarias en la planta e instalamos paneles solares: eso nos permitió reducir un 75 o 60 por ciento el consumo energético con la misma producción. La fabricación de cuadernos fue otra estrategia de diversificación. Por eso, el Cuadernazo de 2019 no solo protestaba contra la apertura de las importaciones y demás tópicos clásicos del paradigma neoliberal (que en 2024 se consolidaron en el pomposo programa de la Ley Bases) sino, más puntualmente, por irregularidades en una licitación del ministerio de Educación que dejaba afuera a Madygraf como proveedora de una compra millonaria de cuadernos. En aquella ocasión el manejo fue bochornoso: cuando Madygraf hizo la mejor oferta, el Ministerio dio de baja la licitación. 

Rocco, trabajador de Madygraf detenido en la protesta contra la Ley Bases: "Los terroristas son ellos"

La liberación de Rocco

En la represión que ordenó Patricia Bullrich para meternos miedo y disuadirnos de seguir movilizando cobramos todos. Periodistas y gráficos; diputados, empresarios Pyme y personas en situación de calle. El presidente dice que la igualdad es una aberración, pero nos manda a fajar a todos por igual.

Rocco dice: «Terrorismo es querer asustar a la población. Los terroristas son ellos«.

Una solicitada de los trabajadores de Madygraf firmada por decenas de federaciones de cooperativas decía. «Como puede verse en las imágenes de los medios de comunicación, la detención se realizó en el marco de una represión brutal que terminó en una cacería a quienes se manifestaban pacíficamente y se estaban retirando de las inmediaciones del Congreso para regresar a sus casas».

Cuando la policía los reprimió, los compañeros de Rocco se reagruparon y ya en el micro empezó el debate acerca de cómo luchar por su liberación. «Todas las asambleas que se dieron desde ahí hasta que lo liberaron fueron asambleas de mucha unidad y se tornaron muy emotivas porque todos vivíamos en carne propia la desesperación de su compañera, que también es trabajadora de Madygraf, y de su hija», dice Ayala.

Rocco, trabajador de Madygraf detenido en la protesta contra la Ley Bases: "Los terroristas son ellos"
Martín Di Rocco, en Madygraf

Rocco trabaja hace 20 años en esa empresa. Ayala, hace 30. Y la mayoría es así, dicen, gente que se conoce desde hace mucho y comparte los últimos diez años de gestión obrera, un proyecto que pone el compañerismo laboral en otra categoría. Para la Ley Bases, para el Decretazo y para toda la pirotecnia anarcocapitalista de Milei, nuestras experiencias autogestivas y solidarias son un delito. La confrontación es total.

—Tuvimos la Ley de expropiación, pero se venció y ahora estamos volviendo a trabajar el pedido de Expropiación por la ley en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires –explica Ayala- Ya tenemos dos comisiones confirmadas, nos falta la tercera para entrar al recinto. En Diputados, por ahora, venimos teniendo acuerdos de mayoría. Y de ahí pasaría a Senadores. ¨La lucha es larga y tiene muchos frentes, Rocco sabe que hoy no puede movilizar porque su situación legal es delicada. El gobierno, en su golpe de estado imaginario, lo acusó de terrorista. «Pero una vez que pase todo esto voy a seguir saliendo», dice.