La revolución tecnológica y su impacto en el futuro del trabajo

Omar Plaini*

Las transformaciones tecnológicas, -la inteligencia artificial, la automatización y la robótica-, va a cambiar en pocos años de manera total al mundo del trabajo. Tenemos que aprovechar las posibilidades que nos brindan estas transformaciones profundas para crear un futuro más prometedor y conseguir igualdad de oportunidades y justicia social.

En las Jornadas sobre Trabajo y Producción en la que tuve la posibilidad de participar durante el mes de Julio en SMATA quedó en claro el rol que tendrá la comunicación y la tecnología, -especialmente el tratamiento de la información y la informatización- en el futuro del trabajo. La tecnología nos puede ayudar a cambiar el mundo, a construir un lugar mejor para vivir, a organizar nuestro tiempo y combatir la pobreza, que es el mayor flagelo de la humanidad, pero representa hoy un dilema social y por lo tanto tenemos que estar presentes, pensando y aportando ideas para una evolución consciente.

En el informe “Trabajar para un futuro más prometedor” presentado por la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la OIT explica que en los próximos 10 años, el 47 por ciento de los trabajadores de los Estados Unidos correrán el riesgo de verse sustituidos en sus puestos de trabajo por la automatización y que a escala mundial, el 56 por ciento de los puestos de trabajo corren riesgo de automatizarse en los próximos veinte años, lo que de por sí implica un reto complejo.

La contracara es que al 2019, 2000 millones de personas en el mundo subsisten en empleos informales y más de 200 millones se encuentran desempleadas, esto sin contar que 300 millones de trabajadores viven en la pobreza extrema.

Es que como ha dejado claro la Organización Internacional del Trabajo, nuevos poderes están transformando el mundo del trabajo. Las transiciones que entrañan estos cambios crearán desafíos apremiantes. Los avances tecnológicos generarán nuevos puestos de trabajo, pero aquellos que pierdan los suyos en esta transición podrían ser quienes peor preparados estén para aprovechar las nuevas oportunidades de empleo. Las competencias de hoy no coincidirán con los trabajos de mañana, y las competencias recién adquiridas podrían volverse rápidamente obsoletas. Si dejamos que la economía digital siga como hasta ahora, probablemente se ensancharán la brecha regional y la brecha de género. Además, los sitios web de trabajo en plataformas de micro tareas y el trabajo mediante aplicaciones que conforman la economía de plataformas podrían recrear prácticas laborales que se remontan al siglo XIX y futuras generaciones de «jornaleros digitales».

Sin embargo, nos sentimos también convocados por las oportunidades excepcionales que surgen, así como la posibilidad que los trabajadores podamos aportar en este cambio, de una manera inteligente y organizada. El avance tecnológico es irrefrenable y no es la primera vez en la historia que existen cambios tan profundos en los esquemas productivos. Será cuestión de posibilitar incidir y prepararnos.

Dos aspectos me resultan interesantes en este tema ambos tratados en las mencionadas Jornadas sobre Trabajo y Producción. Uno es la tecnología conveniente, que bien expuso Jorge Zacagnini llevando la voz de Edgardo Galli. El otro: la cuestión del trabajo autogestivo y cooperativo.

El tema de la tecnología conveniente, puede resumirse en la siguiente premisa “debemos tener a utilizar los recursos tecnológicos con un objetivo político”. Eduardo Galli explica que el desarrollo tecnológico no es neutro: se equivocan quienes piensan que el desarrollo tecnológico es el producto “natural” de la evolución del pensamiento del hombre. Está condicionado de manera determinante por los factores de poder que lo impulsan en cada caso. Como dice el Papa: “Hay que reconocer que los objetos producto de la técnica no son neutros, porque crean un entramado que termina condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales en la línea de los intereses de determinados grupos de poder. “El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real” (Laudato si’, 107).

Zaccagnini explica, que no existe un único sentido del desarrollo tecnológico: no es cierto que el único sentido posible del desarrollo tecnológico esté determinado por el objetivo capitalista de maximizar ganancias. Aceptarlo como único camino implica resignarse a que la lógica capitalista logre que los “recursos humanos” de sus planillas Excel lleguen a costo cero.

Volviendo a Galli: Tecnología Conveniente es la herramienta conceptual que permite convertir la lógica imperante en la organización de la producción, e imaginar un sistema de generación de bienes y servicios que cuide la casa común, que preserve el derecho al trabajo y eleve la calidad de vida de nuestros pueblos a través de una justa retribución, por encima de cualquier otra consideración.

No significa rechazar toda tecnología que no provenga de nuestra propia creación. Significa recuperar la capacidad de elegir soberanamente aquellas innovaciones que contribuyan efectivamente a sostener el funcionamiento armónico de nuestra sociedad, observando crecimiento económico y justicia social en el marco de la Comunidad Organizada.
La cuestión del trabajo autogestivo organizado también me llama la atención. Las cooperativas de trabajo y de servicios son una posibilidad inagotable de hacer frente a un modelo de exclusión, porque principalmente nos permiten configurar un modelo productivo diferente que no esté mirando la ganancia sino más bien la cobertura de necesidades sociales y en el desarrollo humano.

Ese tipo de organizaciones producen bienes, servicios y alimentos mediante prácticas solidarias y con precios justos. Es necesario profundizar el proceso de integración a la economía y proveer a una articulación permanente con el movimiento obrero, generar circuitos de comercialización que contribuyan a genera un modelo consciente de la realidad que vivimos, humano y no depredatorio.

Además, como explican de la propia CICOPA el empleo cooperativo tiende a ser más sostenible en el tiempo, se ve menos afectado por las desigualdades salariales, suele caracterizarse por una mejor distribución entre las áreas urbanas y rurales, y genera mayores niveles de satisfacción e identificación que el promedio. Al mismo tiempo, las cooperativas son una especie de gran laboratorio para la experimentación con modalidades de trabajo sostenibles e innovadoras, y con relaciones laborales al interior de las empresas en las que se recurre continuamente a la creatividad y la innovación.

A pesar de tratarse de una alternativa de organización del trabajo casi centenario, el modelo de propiedad en manos de los trabajadores sigue demostrando su notable vigencia a la hora de adaptarse a los nuevos desafíos que se presentan cuando el trabajo y las condiciones laborales se ven amenazadas.

En síntesis, la tecnología, el cooperativismo y la autogestión, coordinados adecuadamente, desde el movimiento obrero organizado y con la determinación y control de las federaciones, con políticas consecuentes pueden ser una chance para mirar un futuro más prometedor para los trabajadores.

*Secretario General Federación de Canillitas.
Secretario Gremial de P.J Provincia de Bs. As.
Candidato a Primer Senador Provincial por la octava sección. La Plata.