La dolarización es una consigna electoralista demagógica

Columna de opinión.

Por Juan Carlos Junio

Presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y Director del Centro Cultural de la Cooperación «Floreal Gorini».

La dolarización propuesta por el candidato Javier Milei no es otra cosa que una consigna electoralista demagógica que intenta contactar con el imaginario de una parte de la sociedad, a partir de la peculiar existencia en nuestro país de una economía bimonetaria. El dólar se ha transformado en un fetiche, no solo como refugio de valor, sino también a la hora de valuar propiedades, autos, etc. Por tanto, la sola idea de tener los ingresos en dólares se transforma en un sueño deseable. El milagro de que si tenés 100 mil pesos, por obra de la mentada dolarización vas a pasar a tener no sé cuántos miles de dólares. Se trata de un sofisma, de una vulgar mentira.

El antecedente similar que tenemos es la Convertibilidad de los 90. Hoy, es imposible plantear algo así. En aquel momento, eso se sostuvo con la venta de los bienes del Estado, hasta que no se pudo más y terminó por explotar provocando grandes daños al tejido social.

Por estos días, el mejor ejemplo es el de Ecuador, cuya dolarización fue inspirada en ideas de Domingo Cavallo. Ecuador perdió la soberanía monetaria, en un mundo donde las monedas tienen una importancia creciente. No tener moneda propia significa una desventaja fenomenal porque Argentina intercambia con países que tienen la posibilidad de flexibilizar su moneda. Al estar dolarizado, se depende de otro y se pierde la capacidad de emitir.

Emitir pesos no es una mala palabra, pero por ejemplo en la pandemia no había recursos para enfrentar la catástrofe humanitaria y la única forma que se encontró fue emitir. Posteriormente, en un contexto de generación de riqueza, esa emisión se cubre con riqueza real.

La dolarización generaría una situación desastrosa. Es muy importante explicar a los sectores que pueden encontrar esperanza en la dolarización, que sería un grave y doloroso error para la ciudadanía.

El ciudadano, en general, no es especialista en economía. No tiene por qué serlo. El voto a Milei proviene de un sustrato que surge de un descontento, de una desilusión con los últimos gobiernos. Esa gente está creyendo en una promesa hecha por un falsario que miente. La sociedad viene de una situación decepcionante en las cuestiones básicas: alimentarse, recrearse, vestirse, pagar alquileres; todo eso representa hoy en día una gran dificultad.

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Cierre de campana electoral de Javier Milei en el Parque Lezama.

El voto a Milei es la reacción de alguien que quiere patear el tablero. Ilusiona con la falsa promesa; sobre todo, a la juventud, que está muy enojada con los políticos. Como si Milei no fuese un político.

La estrategia del político que critica a los políticos como si no fuese político ya la trazaba Mauricio Macri. Hubo también una acción fenomenal de los medios de comunicación masivos en la instalación de este personaje, que es bastante bestial y primitivo, desde el punto de vista político y cultural. Lo fueron afirmando sorbe la idea de denostar a los políticos.

Estados Unidos no tiene interés en nuestra dolarización. No quieren eso; incluso, ya hubo declaraciones en ese sentido de funcionarios importantes. Quien lo quiere es Milei, más que nada como elemento de campaña. Lo más probable es que en el balotaje sea derrotado por la fórmula Massa-Rossi; pero si eso no ocurre, es muy difícil que pueda llevarlo a la práctica. Habrá resistencia de los sectores sociales, del movimiento obrero, del parlamento.

El desafío verdadero es cambiar la realidad sin fórmulas mágicas e histriónicas que, al final, cuestan muy caras; y sobre todo, el desafío es hacerlo sin creer en falsos Mesías.