«No hay freno real en la inflación de alimentos y se va a reflejar fuerte en la pobreza»

Se lo dijo a este medio Isaac Rudnik, director nacional ISEPCI. También lo alertó Federico Zirulnik, economista del CESO. El Gobierno no puede controlar el precio de la comida y los trabajadores destinan el 60% de su salario solo para subsitir.

(ANSOL). -El 60 por ciento del salario de un trabajador se va solo en alimentos. Es que, según cifras oficiales, el salario promedio estable cobrado en febrero fue de $ 555.269, mientras que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) de un hogar de cuatro integrantes fue de $ 322.851. Estos datos ya venían siendo alertados por los investigadores de la Economía Social y Solidaria.

Si bien en febrero hubo una fuerte desaceleración de la suba de los alimentos registrada en enero, los salarios quedaron muy relegados, por lo que el temor de caer en la pobreza se vuelve muy palpable. Así se los explicó a ANSOL Federico Zirulnik, economista del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).

«La pobreza se mide a partir de los ingresos y del valor de la CBA y la Canasta Básica Total (CBT), y que el rubro alimentos suba por encima del índice general de precios hace que la CBA y por ende la CBT, suban más que la inflación publicada por el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos)«, dijo Zirulnik.

La realidad es la siguiente: las estadísticas de la Secretaría de Trabajo indicaron que el ingreso promedio de los empleados formales ($ 555.269) ya está por debajo de la Canasta Básica Total ($ 690.902), por lo que las familias con esos ingresos ya cayeron por debajo de la línea de la pobreza.

«En contextos donde los salarios vienen perdiendo con la inflación, eso da un aumento de la pobreza«, explicó el investigador del CESO, que además amplió: «incluso empatando con la inflación promedio, si los alimentos suben más, eso puede derivar en un nivel de pobreza más alto«.

Otro de los investigadores que sigue muy de cerca la evolución de los precios de la comida es Isaac Rudnik, director nacional del Instituto de Investigación Social, Económica y Política (ISEPCI). «No hay freno real de los aumentos de los alimentos, hay que tener en cuenta que si bien en febrero fue del 11,9 por ciento en la medición nacional, en el Gran Buenos Aires, que es donde vive el 40 por ciento de la población, el incremento fue del 13,4″, le explicó a este medio.

«Esto muestra cómo siguen afectando las subas en el conurbano, donde la pobreza llega al 45 por ciento y la indigencia al 15″, indicó Rudnik. Como si fuera poco, el investigador opinó que «no hay perspectivas ciertas de que haya un freno real de estas subas, lo que va a llevar a que la pobreza se refleje fuerte«.

alimentos

Inflación en alimentos, en las localidades del Interior

En el interior, el impacto sería solo levemente menor. La Fundación COLSECOR publicó su relevamiento mensual en 28 localidades de siete provincias argentinas para determinar su propia CBA. La misma dió que una familia de dos adultos con dos niños requirió $ 283.057 para poder comer, por lo que el 50,97% del haber mensual cobrado por un/a jefe de familia se destinó en febrero exclusivamente a la compra de los artículos necesarios para la subsistencia de los miembros de ese hogar.

El relevamiento de la Fundación COLSECOR también valoriza las canastas alimentarias del interior, de acuerdo al grupo familiar. Así, una familia compuesta por dos integrantes adultos mayores necesitó en febrero $137.407 para comer y no ser indigentes; una de tres requirió de $225.347; mientras que una familia de cinco requirió de al menos $297.714.

Sin grandes diferencias, todas las investigaciones de la Economía Social dan cuenta de que el Gobierno no puede bajar la suba de alimentos y, por ende, la inflación. El último informe del CESO mencionó que la gestión de Javier Milei «está convencida de que su programa de shock ortodoxo será suficiente para bajar la inflación», con un «programa económico que se basa en un ancla fiscal, un ancla salarial, un ancla cambiaria y un ancla monetaria-financiera».

Sin embargo, en el CESO son escépticos de que ese plan funcione. «En los próximos meses se vienen importantes aumentos en tarifas de servicios públicos, transportes y rubros como educación que tienen un fuerte componente estacional, que provocarán una nueva ronda de aumento de precios«, indicaron, y a su vez recordaron que «las paritarias de muchas ramas del sector privado vienen empardando o incluso superando a la inflación, lo que refuerza el componente inercial de la inflación».

El Gobierno tendría entonces dos alernativas: «seguir con el ajuste sumando una nueva devaluación, posiblemente un camino de derrota» o «encarar un régimen de competencia de monedas o una dolarización precaria». Para el CESO «ambas presentan riesgos inmediatos, de corto y mediano plazo y no garantizan resolver el problema inflacionario actual porque no atacan el componente inercial de la inflación».