27 de Julio de 2023, CABA (Ansol). – En el barrio popular Los Robles, en las periferias de Córdoba Capital, funciona la cooperativa Flor de Laburo desde el año 2019, a partir de un proyecto sociolaboral. Hoy, sus 12 asociados trabajan produciendo agroecológicamente plantines, productos de cosmética natural, aceites y aguas esenciales.

“Empezamos el proyecto después de un proceso de investigación e indagación con vecinos y vecinas; principalmente, vecinas madres que venían a la organización y nos pedían que desarrollemos algún proyecto que pudiese ayudar a fortalecer las economías familiares. Así, dimos forma a un proyecto sociolaboral de producción de plantines porque teníamos ahí la posibilidad de articular con el INTA, para un asesoramiento técnico”, recordó Matías Jaimovich, tesorero de Flor de Laburo.

En 2020, con el aislamiento que requirió la pandemia, tuvieron que reinventarse, ya que vendían de forma ambulante: “Produjimos una gran cantidad de plantines de peperina y nos asociamos con un emprendimiento en las sierras que nos cedió una parcela para poder hacer nuestro cultivo. Eso nos posibilitó también generar productos con valor agregado”, expresó Jaimovich.

“Además de cosechar y fraccionar peperina para la venta, sobre todo para el turismo, también empezamos a generar un proyecto de destilación de aceite esencial. Presentamos un proyecto en un Fondo Provincial y pudimos armar un laboratorio. Luego, en este último tiempo, también arrancamos con un proyecto que ganamos en el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, para generar aún más valor agregado y producir cosmética natural”.

Si bien comenzaron a trabajar en 2019, en 2021 se conformaron formalmente como cooperativa, momento en el que recibieron un asesoramiento por parte del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES): «Nos posibilitó poder obtener la matrícula formalmente y ese ha sido el vínculo en ese momento con el INAES y la forma de poder constituirnos, que realmente nos fue muy útil para que no se nos haga muy muy difícil la burocracia y los tiempos en que se obtienen estas matrículas, y eso la verdad que lo hemos valorado muchísimo».

De esta manera, la cooperativa abarca varios rubros y comercializan los productos mediante redes sociales y circuitos de la economía popular como ferias. Además, conformaron una red de familias y comunidades en el barrio, que se dedican a hacer huertas y, durante las temporadas (primavera y otoño), compran de forma comunitaria para comercializar.

Lo esencial de las cooperativas en los barrios populares

Respecto a la presencia del cooperativismo en los barrios populares, Matias Jaimovich expresó: “Entendemos que es muy importante poder desarrollar el cooperativismo sobre todo en estas zonas tan desfavorecidas de las grandes ciudades, porque también invita a un montón de vecinos y vecinas que nos ven como trabajamos y que nos acompañan de alguna manera a pensar otras formas de organización del trabajo«.

En ese sentido, el tesorero comentó: “Tenemos un proyecto de desarrollo de huertas familiares villeras, en el cual la cooperativa dona a más de 80 familias de estas villas plantines de estación, asesoramiento y a veces insumos como mangueras o sustrato para poder desarrollar sus huertas familiares”.

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“Eso nace de esta forma de cooperativa, que también genera en las personas de la comunidad nuevas formas de ver el mundo y de ver también que hay otras formas de organizar el trabajo y de acompañarnos y de tratar de ir juntos hacia hacia un mundo mejor”, agregó.

Es posible ver todo el trabajo de la cooperativa a través de sus redes sociales, donde también se pueden comprar tanto plantines, aceites esenciales o productos de cosmética natural, tales como cremas humectantes, bálsamos, jabones artesanales, repelentes, entre otros.