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El trabajo detrás de los pañuelos es asociativo

Mujeres de Máquinas Tomar es una de las cooperativas encargadas de hacer los pañuelos verdes por el aborto legal. Las necesidades del barrio donde se enclavaron, Mataderos, las llevó a abrir también un merendero. En este diálogo con ANSOL, se explayaron sobre autogestión, economía popular y feminismo.

19 de febrero, CABA (Ansol).- “Ser cooperativa es una manera de crecer en conjunto. Cooperativa es sociedad. No queríamos ser jefe y empleado. Queríamos todas tener nuestra opinión y a la vez todas escucharnos”, explica a ANSOL Beatriz Maidana, de Mestizas: Mujeres de Máquinas Tomar, una de las cooperativas encargadas de hacer los pañuelos verdes por el aborto legal.

Hoy, Día de Acción Verde por el Derecho al Aborto, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, realizará acciones en todo el país. En la Ciudad de Buenos Aires serán, desde las 17 horas, frente Congreso de la Nación. Hasta allá irá Beatriz, que lleva su pañuelo atado en su mochila, y sus compañeras. “Vamos a estar porque no solo cosemos y trabajamos, estamos también apoyando la lucha. La militamos”

Estar juntas

Beatriz estaba en su puesto en la Feria de Mataderos cuando un domingo un grupo de chicas la invitaron a conocer un centro de salud comunitario del barrio. “Era una sede feminista, vi que trabajaban muchas mujeres”. El Colectivo de Salud Comunitaria La Mestiza, que forma parte de la organización Seamos Libres, se formó en 2012. La cooperativa textil, que integra también la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), nació cuatro años después.

Beatriz, 49 años, recuerda: “Yo soy de Ciudad Evita, ellas de Mataderos. La primera vez fui con una compañera, le dije: vamos a ver de qué se trata. Y me gustó. Había mujeres que tenían los mismos problemas a nivel de trabajo. Eran vecinas de ahí que se empezaron a juntar. Tenían problemas de trabajo clandestino, otras trabajan en talleres. Se hizo una relación de amistad. Yo nunca había estado en lugares donde podía hablar abiertamente de mis problemas. Siempre fui muy reservada. Empecé a leer sobre el feminismo, sobre lo que se hablaba, y empecé a dar la razón”

La mayoría de las mujeres trabajaban en talleres. Beatriz sabía cortar y coser. “Entre todas dijimos: unamos a ver que sale. Al principio fue difícil trabajar en grupo, una viene de luchar sola, pero de a poquito nos fuimos conformando”

Calzas fue lo primero que decidieron hacer, fueron doce que hicieron con una máquina de coser que compraron usada, se vendieron en el momento. “Ahora contamos con más maquinas, fuimos creciendo, tenemos local”.

En el espacio donde están ahora hay también un merendero, Recreo, del que se hicieron cargo y llevan adelante. Empezó siendo dos días a la semana: martes y jueves, pero Beatriz cuenta que tuvieron que agregar un día más, los miércoles, y que están necesitando sillas: van 60 chicos y chicas del barrio.

“Ayer fue una merienda especial, los chicos tenían mucho calor. Una mama me dijo: ¿Betty vas a abrir el merendero?, y me di cuenta que el fin de semana es largo y los chicos necesitan. A veces les damos para el fin de semana galletitas pero no alcanza. Entonces vinieron las mamas y los chicos a tomar juguito con galletitas. Hay muchas mujeres, mamás, gente grande, que me sorprende las ganas que tienen de estar, de ayudar, siempre pensando, siempre activando. El merendero es hasta las seis y media de la tarde, y a veces son las ocho y están las mamás tomando mate, conversando. Les gusta estar”.

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AA