Cómo los consumidores pueden organizarse contra el hábito de consumo del capital

(Ansol).- Consol nació el año 2008 a partir de un grupo de militantes de la autogestión que se dedicaba a acompañar los procesos de empresas recuperadas en Buenos Aires y empezó a generar espacios colectivos de consumo; articulándose con otras organizaciones ya existentes, ordenó todo en un proyecto con el formato de cooperativa de consumo.
Tomaron la experiencia del Hogar Obrero y de Almacenes Populares San Cayetano: el primero es un precedente de cooperativismo de consumo muy grande que hubo en la Argentina y el más importante de Latinoamérica; el segundo fue una organización de consumo muy importante durante fines de los ochenta en la cual un grupo de compañeros articulados con algunas iglesias de barrios populares, organizaban el consumo solidario y social en barrios bajos o comunidades rurales.
«Esta experiencia articulaba de manera solidaria y justa una situación de desigualdad. En ese momento en la Argentina las empresas le pagaban a sus trabajadores con mercadería. Esta organización traía esa mercadería para comprársela a los trabajadores y que de esa manera pudieran cobrar el aguinaldo, y así poder contar con dinero en efectivo. Una respuesta creativa, sólida y solidaria ante una situación de país muy difícil de atravesar», explicó el presidente de Consol.
“El neoliberalismo de los 90 terminó abruptamente con estas experiencias que, pese a eso, nos dejaron una experiencia y un saldo organizativo muy grande”, contó Eduardo Amorin, y agregó: “Nosotros tratamos de retomar las bases y valores de estas experiencias argentinas que supieron ser exitosas durante mucho tiempo, resolviendo el problema del consumo en forma organizativa, solidaria y popular”.
Consol comenzó con la metodología de compra colectiva por la que los consumidores se asocian a la cooperativa para organizar la actividad. Así iban creciendo los focos de consumo integrados por al menos 15 personas. Una de ellas se ocuparía de coordinar el proceso y fomentar la cultura del consumo planificado, solidario y en grupo. Ese mecanismo reduce los costos de logística ya que la mercadería se recibe en un punto y los asociados se encargan en conjunto con el coordinador de distribuirlo en la zona. El objetivo del foco de consumo es generar que el consumo solidario individual se transforme en consumo solidario colectivo, y que sea sistemático.
Distribuía productos semanalmente desde el principio, pese a saber que era un desafío muy grande y un esfuerzo enorme, incluso yendo a pérdida, porque sus asociados entendía que si no garantizaban el consumo semanal era muy difícil “dar la batalla ideológica contra el hábito del consumo del capital”.
La proveeduría
Cuando el foco de consumo es exitoso se avanza hacia una segunda etapa propuesta por -el filósofo brasileño y teórico tanto de la economía solidaria como de la Filosofía de la Liberación en América Latina- Euclides Mance, que es la “Red de Colaboración Solidaria”.
Ese desarrollo permite abordar un espacio físico de la economía popular en la zona, y generar un pequeño stock de mercadería para poner en rotación continua.
Esta proveeduría suma al grupo de consumidores asociados en el foco de consumo más la demanda de los socios o de las participantes de ese espacio, y así incrementa la demanda de consumo y articula experiencias.
Ante la falta de capital con la que contaban las experiencias de la economía solidaria, propusieron el desarrollo a partir de articulación estratégica y solidaridad.
«Cuando las proveedurías llegan a punto de desarrollo exitoso, planteamos la apertura de la tienda solidaria que pudiera generar una alternativa al hábito de consumo, con diferencias no sólo en la oferta, la demanda y los precios, sino también con diferencias organizativas que generan una conciencia de consumo solidario, siempre apuntando hacia el consumo responsable, al cambio del hábito del consumo cotidiano», concluyó Amorin.