Cómo las organizaciones populares disputan contra las drogas

“Muchos movimientos sociales permitieron al narcotráfico como un mal menor”. La frase pertenece a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y está dirigida a organizaciones que tienen a los barrios más vulnerables del país como espacio de militancia. La mirada de quienes trabajan en la rehabilitación día a día. Este lunes, la CTEP inaugura la secretaría de Adicciones. 

14 Dic, CABA (Ansol).- Casa Pueblo, Vientos de Libertad y Red Puentes son organizaciones enmarcadas en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) que trabajan desde hace años en la rehabilitación de adicciones en los barrios populares e impulsan el proyecto de Ley de Adicciones, que tiene como fin principal declarar la emergencia en este asunto. Este lunes, la CTEP lanzó la secretaría de estas problemáticas.

Casa Pueblo nació en octubre del año pasado, está ubicada sobre la avenida Forest, a una cuadra del Playón de Chacarita. Aylen Nawel, coordinadora del espacio y militante del Movimiento Evita, explicó a Ansol que el proyecto de ley “viene a reconocer que no es casual que en un momento de crisis haya un incremento en la problemática del consumo. La exclusión deja a los pibes y pibas sin perspectiva de futuro, donde la única salida que ven es la del consumo”. Por esto, “impulsamos la organización de la comunidad para que el Estado se haga cargo y financie este tipo de laburos”.

Nawel entiende que “la concepción de sujeto es bio psico socio cultural”. Por tanto, “para laburar el consumo, no nos podemos basar sólo en la parte biológica, sino que tenemos que atacar la raíz de la problemática y entender que la gente con la que trabajamos es un sujeto de derecho”. En Casa Pueblo, trabajan entre 15 y 20 personas, entre el personal fijo y voluntarios que se acercan de manera más discontinua. “Tenemos psicólogas, músicoterapeutas, talleres de arte, de encuadernación, de cultura, de fútbol femenino, de muay thay. Brindamos asesoramiento jurídico, escolar, entre otras cosas. Abordamos la situación desde distintos lugares porque entendemos que no Hay una única causa”, contó Aylen y agregó: “Somos conscientes del lugar donde estamos. El primer problema es la organización. Imaginate una casa donde sistemáticamente se llueve, se inunda y muchas veces se prende fuego por problemas de tensión. Es la constante sensación de exclusión y de abandono por parte del Estado. Por eso, brindamos herramientas para la organización. Creemos que es central para pensar un proyecto de vida mejor”.

“Es un asco la cantidad de gendarmes y canas que hay en los barrios, criminalizando y estigmatizando a los pibes y pibas”, apuntó Sebastián Sánchez, fundador de Vientos. “De nuevo empezamos a ver pibes jalando nafta o poxirán. Hace años no se veía eso y lo emparentamos directamente con la situación que vive el país”, advirtió Vanesa Escobar, coordinadora de Puentes.

Vientos de Libertad nació en 2001, en plena crisis. En 2006, creó la primera casa comunitaria. Hoy, cuenta con seis casas. Una de ellas es exclusiva de mujeres y disidencias, con hijos, en Luján. A eso, se suman 38 centros barriales distribuidos en todo el país. En Tigre, General Rodríguez y Marcos Paz están las más grandes, que contienen a unos 150 chicos. En Luján, hay 50 chicas. En las demás, unas 80 personas. En los principales centros barriales pasan por día unos 200 pibes y en los más chicos, unos 50. “Hay más de mil pibes que pasan todos los días por los distintos espacios”, contó Sebastián a Ansol.

Mujeres

Para Aylen Nawel, en el caso de las mujeres, “la problemática es distinta y es el doble de difícil. Muchas compañeras tienen pibes, se hacen cargo solas y es muy difícil hacer que puedan centrarse en la rehabilitación. Las mujeres también están atravesadas por esta problemática y está instalado que sólo los varones son afectados por el consumo problemático”.

Cooperativas para desintoxicar

Para el militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), es fundamental la creación de “cooperativas de trabajo que sostengan estas acciones, que el Estado garantice la posibilidad de poder comercializar los productos y después, la vivienda. Esos son los dos ejes fundamentales. No vemos al adicto como un enfermo, sino como una persona con una problemática social en un momento de su vida”. En ese sentido, Vientos cuenta con una panificadora, una carpintería en aluminio, una en madera y otra en mantenimiento y construcción. “Pero es muy difícil comercializar los productos y el Estado tampoco da una mano en eso”.

En La Red, “no sólo abordamos el problema del consumo, sino que lo entendemos como parte de un problema más estructural como es la pobreza y la desigualdad social, la exclusión, el sistema de consumo en el que vivimos. No es un problema solo de drogas, sino político y social”, explicó Vanesa a Ansol.

La Red es una cooperativa integrada por unas 100 personas y cuenta con 20 espacios diurnos a nivel nacional. Atiende entre 80 y 100 personas en cada casa, entre los permanentes y los esporádicos. “Son espacios convivenciales. Se les da de comer y hasta son acompañados en la gestión del tipo escolar, de salud y judicial, brindamos espacios terapéuticos, con psicólogos, gestión para que puedan dormir en algún lugar. Tenemos compañeros que vienen de distintos espacios de formación, como psicólogos, trabajadores sociales, operadores, docentes, talleristas”, contó Vanesa.

“Tenemos la ética del caso por caso. No creemos en formulas universales ni soluciones mágicas, sino que lo vemos como un proceso subjetivo. Creemos que es primordial que la persona se exprese, que cuente su realidad y de esa manera tener referencias para empezar a problematizar y a trabajar con esa persona”, resumió Nawel.

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jr