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¿Cómo aporta la autogestión a la lucha contra la represión?

(Ansol).- “La cultura represora es la cultura del mandato. El mandato que tenemos hoy es la armonía entre capital y trabajo, que tienen una sinergia, que no van juntos. Los empresarios dan la posibilidad de trabajar. Eso es la heterogestión”, presentó a esta agencia el psicoanalista presidente honorario de la Cooperativa de salud mental Ático, Alfredo Grande.
También polemizó: “Todo el movimiento obrero organizado, las centrales trabajadores parten del supuesto de que hay un patrón, incluso puede ser el Estado”.
En cambio, comentó que el paradigma de la autogestión parte del supuesto de que lo único que hay es trabajo, y agregó: “El capital es trabajo acumulado. El trabajo acumulado es de los asociados o autogestionarios. Eso enfrenta esta disociación de la cultura represora entre capitalistas y trabajadores”.
En Ático, tal como declaró, no hay patrones, sino trabajadores que organizan una dirección para la empresa.
En ese sentido, Grande dejó en claro: “Llevamos más de 30 años sin depender del Estado ni de prepagas, sin ningún capitalista”.
-¿En qué situación ve hoy a las cooperativas argentinas?
-El movimiento cooperativo es realmente importante, pero no alcanzó el grado de poder político acorde a su importancia. Hay organizaciones cooperativas como Federación Argentina de Entidades Solidarias de Salud (FAESS). La autogestión no es solamente el patio trasero de las empresas que quiebran, cosa que ha pasado y sigue pasando: obreros despedidos que hacen su cooperativa, por otro mandato: el de la supervivencia, que es, claro, muy digno. Lo que falta es una ideología cooperativa, autogestionaria. Sigue muy fuerte el modelo de capital-trabajo, el modelo de la burguesía nacional y el movimiento obrero organizado. Su momento máximo es la paritaria, cuando se supone que trabajan juntos.
-¿Y en qué situación ve a la cultura del mandato?
-Está en su más brutal dimensión al reducir el salario, transformar el salario en algo incierto, porque se puede perder. El gobierno anterior tuvo contratos basura a rolete. No hay estabilidad laboral. El terror de no poder sobrevivir lleva a que se acepten condiciones de máxima indignidad: exclusión, precarización o cualquier palabra que se invente. Es un momento de terrible debilidad para los trabajadores, pero el momento de fortaleza también es de debilidad, porque se llama a sí mismo benefactor, pero no dio a miles y miles de trabajadores ninguna estabilidad laboral. La lucha continúa no solo por mejores condiciones de trabajo, sino también de distintas condiciones de trabajo.