8M: Felices serán los días en los que se reviertan las desigualdades y las violencias hacia nosotras

*Por Valeria Mutuberría Lazarini
No caben dudas de que tenemos grandes desafíos como sociedad a la hora de hablar y de abordar las desigualdades, inequidades y violencias de géneros; y el campo de la economía social, solidaria y popular no está exenta a esto.
Entendemos que el contexto actual nos encuentra frente a urgencias que nos demandan procesos de sensibilización, reflexión y deconstrucción en perspectiva de géneros para el desarrollo de sociedades más igualitarias, impulsar cambios en el orden establecido de las relaciones de poder entre varones y mujeres/diversidades sexuales, aspecto que tiene como eje las transformaciones en la vida cotidiana, la economía, la política y la cultura, en los espacios privados y públicos, con la finalidad de subvertir la inequidad, la desigualdad y las violencia de géneros.
En este sentido, la economía social, solidaria y popular no puede estar ajena a estas problemáticas que se ven reflejadas en multiplicidad de ámbitos: acceso al mundo del trabajo, la distribución de las tareas de cuidados, la división sexual del trabajo, la distribución de cargos y la participación de las mujeres y diversidades sexuales en los lugares de conducción y el gobierno de las organizaciones cooperativas, entre otros.
En la economía social, solidaria y popular tenemos que, como primer (y fundamental) punto, desmitificar la idea de que en estas organizaciones no se reproducen desigualdades, violencias y ejercicio del poder entre varones y mujeres/diversidades sexuales; por otro lado, reconocer cómo nos atraviesan aspectos estructurales del sistema hegemónico que profundizan las desigualdades de géneros, como ser el acceso al mundo del trabajo y la carga de tareas de cuidados no remuneradas ni reconocidas, llevadas a cabo por mujeres y diversidades sexuales, considerando la centralidad que tienen para el sector las personas, la reproducción de la vida y el trabajo. Es importante asumir los desafíos que tenemos en el desarrollo de actividades y herramientas que promuevan y abonen a la inclusión de la perspectiva de géneros en nuestras organizaciones.
El trabajo y las actividades de cuidados son cuestiones que están en el centro de las demandas y debates del movimiento de mujeres y diversidades sexuales, así como también son temas de envergadura en la economía social, solidaria y popular dado que, a través del trabajo asociativo, se resuelven las necesidades de las personas y comunidades, y se obtienen ingresos para la reproducción de la vida; así como también, se genera riqueza social colectiva.
Para finalizar, es importante vislumbrar las principales tensiones y desafíos que tenemos hoy en la economía social, solidaria y popular, en las organizaciones cooperativas, donde nos encontramos que los principios y valores son herramientas potentes para la transversalización de una perspectiva de géneros dentro y fuera de nuestras organizaciones; pero no por ello, este proceso está libre de tensiones y resistencias.
Por ello, una vez más, reivindicamos las luchas que venimos llevando adelante los movimientos de mujeres y diversidades sexuales de la economía social, solidaria y popular y especialmente del cooperativismo, somos parte de esta oleada que participa, intercambia, debate y moviliza por la transformación social, económica y política de un sistema hegemónico que profundiza desigualdades y violencias. Y luchamos por un mundo con justicia social, igualdad, equidad y libre de violencias.
*Cooperativista. Departamento de Economía Social, Cooperativismo y Autogestión del CCC