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1 de Mayo | Trabajar después del encierro, un derecho por el que luchan organizaciones de todo el país

Columna de opinión.

Andrea Dallaglio

Coordinadora del programa Acompañar de la ONG «Cuida la Bocha», integrante de la Red Creer.

Cuando una de las mujeres que están privadas de su libertad participa en un programa deportivo y sale del penal para jugar un partido de hockey siente algo similar a cuando accede a una oportunidad laboral sostenida, dentro o fuera de los muros. Vive una experiencia más allá de la etiqueta excluyente que pesa sobre la población que se encuentra en el encierro y ve materializado lo que es un derecho de todas las personas: tener un trabajo estable y en condiciones dignas.

Las personas en el encierro no pierden el derecho básico a conseguir un empleo. En el exterior, es frecuente que reciban respuestas negativas al tener que responder por sus antecedentes porque en nuestra sociedad todavía es posible detectar prejuicios sobre las personas que estuvieron privadas de su libertad y sobre las posibilidades de que trabajen para que puedan generar sus propios ingresos. A la vez, la agenda mediática suele poner el foco en la necesidad de reducir la reincidencia, para vivir en sitios más seguros.

Cambiar la mirada sobre las personas que están o estuvieron en la cárcel permitiría sostener las oportunidades reales de inclusión y así brindarles herramientas para que puedan modificar paulatinamente el proyecto de vida de quienes, en su mayoría, atravesaron varias formas de vulneración de derechos antes de estar privados de su libertad. Así lo sostenemos desde la Red Creer, un espacio compuesto por más de 120 organizaciones públicas, privadas y del sector social que generamos capacitaciones y proyectos de inclusión sociolaboral para la población que estuvo o está en conflicto con la ley.

1 de Mayo | Trabajar después del encierro, un derecho por el que luchan organizaciones de todo el país
1 de Mayo – Día de las y los trabajadores

En particular, desde Cuida la Bocha, en el marco de la Red Creer, promovemos actividades en equipo desde el deporte en la Unidad Penitenciaria 46 y 47 de San Martín, provincia de Buenos Aires, para que puedan descubrir aptitudes que la vida no les había puesto delante suyo como el compromiso, respeto, la tolerancia y, también, el disfrute de una actividad que les permite mirarse a los ojos de otra manera.

Cuando recuperan la libertad, también asumimos el compromiso de articular con otras organizaciones para acompañar a estas mujeres en sus emprendimientos laborales a través de herramientas como el Fondo Semilla de la Red, o las ayudamos a conseguir un trabajo que puedan sostener, lo que significa cruzar la barrera de los prejuicios también en el reclutamiento del personal.

Un empleo ordena y organiza. Se sostiene una rutina con responsabilidades y da el fruto de tener un ingreso para avanzar en los proyectos de vida. Cuando además de tener antecedentes se es mujer, se lidia con una doble vulneración, porque de ellas se esperan que cumplan las expectativas de ser madres y esposas, lo que para la mirada tradicional no es compatible con encontrarse en el encierro.

Es fundamental acompañar y contener, estar cerca. Saber que necesitan vínculos nuevos cuando salen para poder reformular sus vidas. Que tengan una red que las sostenga cuando se encuentren en el camino de acceder a lo que es su derecho, el trabajo digno.